El lograr como organización que aquellos colaboradores a quienes se les ha
asignado la enorme responsabilidad de concluir exitosamente un proyecto o
alcanzar un objetivo, y que para ello necesariamente se requiere hacer equipo,
supervisar, reconocer, corregir, formar y desarrollar, debe ser una prioridad y una
estrategia de negocio.
La empresa es una entidad creada para permanecer y ser exitosa por mucho
tiempo, serlo en todas las facetas a las que está obligada como negocio ante sus
fundadores y accionistas, también para la sociedad y mercado como oferente de
productos o servicios y para aquellos quienes en ella colaboran en sus áreas, las
cuales requieren estar estructuradas adecuadamente y asignadas a personas que
cuenten con los conocimientos, habilidades y competencias que permitan la
correcta operación, la eficiencia y rentabilidad estipuladas, en un clima de trabajo
óptimo, sano, justo, equitativo, reconocido y con oportunidades reales de
desarrollo, en un marco de transparencia, congruencia e institucionalidad, todo ello
permitirá que quien sea el líder sea legítimo, sin duda alguna de él, de por qué a él
se le asignó la facultad, será respetado, quizás admirado, su presencia y estilo
contribuirán activamente a los resultados que de él y su equipo se esperan como
partes de un todo que es la empresa.
Es aquella persona que adquiere en el ámbito de la empresa, la facultad de serlo
mediante procedimientos institucionales y autorizados por las políticas de la
organización, por sus méritos, por la afinidad de sus competencias con el área,
responsabilidad, proyecto y cultura.
El líder legítimo es el que trasciende por su legado, enseñanza, logros, consejo,
congruencia y formación de los siguientes líderes que lo sucederán, es aquel que
deja huella, no marcas.