El origen de muchas empresas fue la iniciativa, esfuerzo, tenacidad y capital de una o varias personas que al paso del tiempo lograron superar las primeras etapas y en la actualidad durante las sesiones de inducción se comparte con orgullo y nostalgia la consolidación de su marca y el alcance de un porcentaje del mercado por el cual compitieron, crecieron y contrataron personal en la medida que el negocio lo requería. Con el paso del tiempo, aquel pequeño e incipiente negocio alcanzó a ser una empresa establecida, y los fundadores pudieron crear un patrimonio.
Ahora bien, algunas empresas alcanzaron tal expansión que su estrategia de negocio las llevó a decidir diversificar su participación societaria, financiarse vía la colocación de parte de las acciones en bolsa, fusionarse con otras organizaciones, y otras iniciativas, y ello, inevitable y obligatoriamente implicó sofisticar su gestión, estructurarse, delegar la administración y operación a colaboradores profesionistas no necesariamente vinculados con la familia fundadora, contar con procesos, políticas, códigos e indicadores, que permiten a la organización camine de manera estandarizada, controlada, auditada, medida, e institucional.
Otras, con independencia al tamaño y éxito alcanzado, la presencia e influencia de los individuos o familia fundadora es más visible, siendo quienes desempeñan algunas de las posiciones estratégicas de la estructura, pero han definido modelos de gestión institucionales que permiten ser una empresa con diversidad de ideas, propuestas, estilos, y en las cuales no necesariamente la única palabra o decisión es la generada por los propietarios.
Finalmente hay aquellas que han permanecido, crecido y han sido rentables pero que sus fundadores o la descendencia de estos no han decidido, sabido o querido abrirse a la institucionalidad y a la adopción de prácticas de gestión de vanguardia, provocando en muchos casos ir perdiendo mercado, vigencia y futuro.
La transición a la institucionalidad debe ser realizada de manera consensuada entre los propietarios, sean familia o no y estar convencidos de la necesidad y beneficios que la empresa obtendrá, contar con un proyecto, el diseño de probables escenarios positivos y negativos en la transición, contar con el acompañamiento de un asesor externo, y procurar no se vean afectadas las operaciones, clientes, colaboradores y los resultados.
En cualquiera de estos tres momentos en los cuales tu empresa se encuentre, el equipo Craft Talent sabrá diagnosticar tu actual circunstancia, plantear las alternativas más viables, y así alcanzar o consolidar la institucionalidad.